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miércoles, 6 de junio de 2018

La urgencia ética de nuestro momento. Entrevista a Haydé Lachino Por Alejo Medina y Bryant Caballero


La urgencia ética de nuestro momento. Entrevista a Haydé Lachino[1]

Por Alejo Medina y Bryant Caballero

AM: En la danza hacen falta personas que investiguen y teoricen acerca de la danza, la mayor parte de los trabajos se limitan a la parte historiográfica y biográfica, pero existen pocas reflexiones teóricas sobre las tendencias, principios. ¿Por qué crees que existen estas carencias, en relación con otras disciplinas como  por ejemplo en el teatro?

HL: La razón de que esto pase así debemos encontrarla en la visión que se construyó en la modernidad en torno al cuerpo, para la modernidad el cuerpo es un ámbito que fue motivo de sospecha. Si nos remitimos al ejercicio reflexivo  e introspectivo de Descartes, él va a anteponer la razón como el aspecto que define a lo humano y el cuerpo va a ser trasladado a un ámbito de sospecha, de una suerte de vestigio del pasado animal del hombre, ello provocó que todos los saberes asociados al cuerpo y toda la experiencia vital del cuerpo no fueran motivo de reflexión teórica. En el XVIII y XIX, donde se hacen las grandes construcciones de la estética, los filósofos van a reducir su reflexión en torno a la música y a la pintura, dejando las otras prácticas artísticas fuera de la posibilidad de una reflexión filosófica desde la estética. No será sino hasta el siglo XX cuando comienza a haber un cuestionamiento a la modernidad a partir de la escuela de Frankfurt, con gente como  Adorno, Walter Benjamin, y después Heidegger, que el cuerpo comienza a aparecer como un ámbito importante para la reflexión filosófica.

Esto va a dar como resultado que en la danza – y el teatro también, porque la reflexión teórica sobre el teatro y la construcción de aparatos teóricos también van a ser relativamente–, por ser un ámbito donde el cuerpo tiene una preponderancia, no hay construcción de cuerpos  teóricos.

Ahora, no es casual que justamente los primeros intentos por elaborar cuerpos teóricos tengan que ver con la recuperación de la memoria, es decir, un primer impulso para construir un campo teórico tiene que ver con validar al campo mismo como un ámbito que tiene validez para realizar investigación teórica. Cuando me refiero a cuerpos teóricos me refiero en un sentido filosófico, a aquellas construcciones teóricas  que dan cuenta de modelos explicativos generales, en ese sentido, una historia de la danza, una sociología, o un libro que explica el ballet no serían cuerpos teóricos en el sentido filosófico. Ahora vemos  como están surgiendo estos cuerpos teóricos nutridos por un cambio radical en la aproximación al cuerpo que hoy en día es visto con interés por filósofos como Merleau Ponty, o antropólogos como David Le Breton que ha aportado una rica reflexión en torno al cuerpo y esto ha implicado para la danza una revolución.

AM: Siempre ha estado la asociación del mundo de la danza como un asunto meramente sensorial, corporal y emotivo, pero, qué pasa con los aspectos cognitivos. ¿Debe haber cognición respecto al mundo sensorial y emotivo de la danza?, ¿la racionalidad es algo que debe estar presente en la praxis de la danza?

HL: Comulgo con una reflexión que hace Adorno con relación al arte en general, menciona que la racionalidad que opera en un proceso artístico no tiene relación con la racionalidad de un proceso científico, son dos tipos de ejercicios diferentes. En el arte hay una experiencia subjetiva en donde la racionalidad organiza esa experiencia subjetiva, para  crear significaciones, distinto a la práctica racional científica. Hay una conciencia cada vez más presente de que la danza y el cuerpo generan conocimiento, que nos permite explicar, vivir, relacionarnos con el mundo, con los otros, desde un lugar diferente pero igualmente válido que una explicación científica.

Una de las cosas que se han venido reflexionando a partir de las experimentaciones estéticas de la danza posmoderna, es establecer una diferenciación entre danza y coreografía. Cuando hablamos del ámbito de la danza estamos hablando de cuerpos que se mueven, y no necesariamente tendría que pasar por un proceso de reflexión racional; la coreografía como ejercicio de escritura de la danza implica un proceso racional sobre como relacionarse con los elementos formales que implica toda construcción. En ese sentido Roland Bartes en su libro Grado cero de la escritura es muy claro cuando dice  “lengua no es lo mismo que literatura”, la lengua estará caracterizada por ser una determinación y la escritura sería una indeterminación, en el sentido que cada escritor establece sus propias maneras de escribir. Haciendo un paralelismo con la danza y el arte coreográfico, la danza sería una determinación en términos de ser un cuerpo determinado por la cultura, por las técnicas que lo cruzan y la escritura coreográfica entraría a un ámbito de indeterminación o autodeterminación a partir de la escritura personal del coreógrafo, donde necesariamente hay un proceso racional.

AM: Han surgido continuamente rupturas en los cánones dancísticos, ¿de qué manera han funcionado? ¿Como un desgarre, como liberación, como evolución natural? ¿Cómo se entenderían estos saltos que ha dado la danza, sobre todo en el siglo XX y lo que va del XXI?

HL: Esta idea de ruptura es una idea asociada a la vanguardia, y la vanguardia es una idea absolutamente de la modernidad, que concibe la historia en términos lineales y ascendentes en donde las sociedades van de un estadio inferior a un estadio superior, la historia del arte moderno respondía a esta idea evolucionista en donde la vanguardia era la ruptura con el pasado; entendiendo la vanguardia como un nivel superior nuevo del entendimiento y de la práctica artística. La posmodernidad va a cuestionar esto, lo que estamos viendo son escenarios de un pensamiento más complejo en donde se problematiza la idea de vanguardia, de ruptura, porque la realidad es compleja. Por ejemplo, en un lugar en donde el campo de la danza no está consolidado, una danza que esté construida bajo los principios de la danza moderna, en su contexto, va a ser una danza altamente rupturista que va a aportar nuevas significaciones, pero en otro ámbito esa misma danza puede verse en otra comunidad de sentido como una danza obsoleta, que no corresponde a las nuevas investigaciones en el campo del arte.
Toda nueva creación, reporta Adorno en sus escritos, se erige, o bien como continuidad del pasado, estableciendo genealogías en donde una práctica artística es una síntesis de lo que ha sido históricamente en una tradición, o, cuando se erige como ruptura frente a una práctica, siempre lo hace con relaciones de pasado. Ahora acabo de ver la obra de La Ribot en México[2], su pieza, como danza conceptual que es, tiene una reflexión importante sobre la representación, sobre el espacio y la relación con el espectador, pero los cuerpos de las bailarinas están entrenados en ballet; entonces podemos ver cómo rompe en algunos aspectos pero en otros mantiene una continuidad en la manera de entender ciertas nociones con relación a la técnica. Por otro lado creo que toda práctica artística que se ubica en estas zonas liminales de ruptura permite cuestionar todo arte que se mueve en inercias; la danza es una disciplina que hasta hace muy poco logró romper con ciertas inercias de 300 años de tradición y de pensar la representación.

AM: En esta realidad que mencionas, donde dependiendo del contexto en el que se encuentre podrá ser considerada una danza obsoleta o novedosa ¿qué sucede con el mundo globalizado de redes y medios donde podemos acceder a propuestas de danza a través de youtube o cualquier otro medio electrónico?, cuándo podemos acceder a los discursos que se están generando en otras latitudes, ¿cómo ubicamos esas realidades que ya las tenemos muy a la mano en los contextos en los que vivimos?

HL: Pasan varias cosas en los actuales contextos en donde la tecnología está mediando nuestra aproximación al conocimiento de otras realidades, donde la tecnología media las relaciones intersubjetivas incluso; Manuel Castells afirma que la tecnología sirve para imponer discursos hegemónicos, una de las cosas que reporta el campo de la danza es que  efectivamente tenemos acceso a una serie de videos de grandes coreógrafos y festivales provocando la dificultad de encontrar coreógrafos con un discurso personal, siendo más común ver estéticas que se reproducen de coreógrafo a coreógrafo independientemente del lugar en donde esté.
Castells también menciona que el uso que le dan los propios usuarios a la tecnología descubre nuevos caminos no previstos, y que puede ser incluso la instalación de posibilidades subversivas o liberadoras; muchas prácticas artísticas que históricamente habían estado invisibilizadas, sobre todo de países de África, América latina, e incluso de Europa que siempre estuvieron en un ámbito marginal; aparecen, se validan, construyen circuitos por fuera de los grandes festivales, construyen pensamiento que circula en ámbitos de visibilidad por afuera del mercado de las artes y entonces vemos como los artistas de la danza hacen de la tecnología un espacio de exploración con discursos personales y radicales. Un tercer elemento, me parece, es que la tecnología, al descolocar las ideas de territorio y tiempo, hace posible que todo sea contemporáneo, entendiendo lo contemporáneo como todo lo que está ocurriendo en el aquí y el ahora, y no como una apropiación de ciertos espacios de poder en el terreno de la dinámica de las artes. Lo contemporáneo como todo aquello que está ocurriendo y para lo cual existe una comunidad que le hace sentido.
AM: Respecto al libro que publicaste junto con Nayeli[3], que consideramos por demás interesante por los reveladores planteamientos,  afirman que el “cuerpo mediatizado” es el tópico central en la manifestación artística de la video-danza. ¿Crees que en un futuro sea posible consolidar un estudio específico que permita la formación especializada en este aspecto? Ya se ha establecido en el caso del teatro el entrenamiento del actor para el teatro distinto del actor para el cine. ¿Crees que pudiera surgir en algún momento una línea formativa para intérpretes de la video-danza?

HL: Yo lo ampliaría, creo que hoy, en un escenario donde tenemos un borramiento disciplinar, donde cada vez es más difícil hablar de artistas que solo se dedican a  una sola disciplina, y donde lo que vemos, más bien, son artistas que se nutren de la filosofía, de la ciencia, de otras prácticas artísticas para complejizar su propio hacer, lo que es urgente, sobre todo en México, es comenzar a pensar la danza como un pensamiento transversal, pensamiento que cruza por apropiarse del pensamiento filosófico, científico; coreógrafos que pueden dialogar con tecnólogos, por que el asunto no se reduce a la video-danza, el asunto tiene que ver con como nos instalamos en un mundo donde cada vez más los artistas son personas de un pensamiento múltiple y complejo que visita otras áreas del pensamiento. Me parece muy grave que en las escuelas de danza se diga pensando en formar solamente bailarines y que el énfasis esté puesto en bailarines de un cierto tipo y no se esté pensando en formar gente que se inserte desde la escritura, la crítica, la investigación. En ese sentido, México se está quedando por atrás de experiencias como las brasileñas, país que hoy es potencia dancística.

AM: En tu reciente participación dentro de la organización del Segundo encuentro iberoamericano Cultura en Red[4] en Brasilia como parte de los trabajos de la Red sudamericana de danza[5], ¿cuáles son los alcances del evento?

HL: En América Latina y en el mundo empieza a hacerse mucho más visible otra manera de relacionarse con el mundo y con los otros, que tiene que ver con la solidaridad, el trabajo horizontal, colaborativo, redes que trabajan no solo en el ámbito de la cultura sino también redes de acción política, de investigadores, y en ese sentido en el encuentro de Brasilia estuvimos trabajando para construir un amplio campo de encuentro, de cultura de red, buscando la forma de cómo generar sinergias entre diferentes organizaciones que están trabajando en red con la idea de  potenciar nuestras posibilidades de incidir en nuestras realidades locales pero también en las realidades continentales. Una de las cosas que fue muy importante de la discusión de Brasilia fue que vivimos en un mundo que se organiza bajo la idea de que solo es posible hacer las cosas en la medida en que hay dinero y desconocen todo el potencial social y la enorme riqueza que hay en las ideas, en esos intangibles, que están ahí operando, que generan riqueza social, que transforman realidades y justo las discusiones iban en torno a cómo cambiar mentalidades. Fue una experiencia interesante, estamos trabajando en la construcción de un movimiento que si bien ahora abarca solo Iberoamérica, la intencionalidad es que sea un movimiento que en su siguiente paso involucre África, y que avance posteriormente a un movimiento mundial.

AM: ¿Cómo podemos evaluar la realidad que vivimos ahora en Latinoamérica desde el punto de vista cultural? Estamos viendo dos grandes alineaciones, con sus matices de una y otra, en Sudamérica, por un lado, se genera un movimiento común en gran parte de sus países, mientras que algunas regiones, donde podemos situar a México y Colombia, todavía están como no queriéndose sumarse a esta propuesta, ¿cómo evaluarías esta realidad dentro del encuentro? ¿Se ve una Latinoamérica unida o camina por dos rumbos distintos? No solamente en lo político-social sino también en lo ideo-estético. ¿Se manifiestan?

HL: Llevo un tiempo recorriendo Latinoamérica, tratando de conocer y comprender los procesos, a partir de la Red sudamericana de danza, con la Due Shop en Brasil, Cultura senda, Cultura puente. Lo primero es que se hace evidente que Latinoamérica no es un continente homogéneo, que reporta múltiples realidades con complejidades, diferentes escenarios políticos, sociales y económicos, pero también se hace evidente que existe una sociedad civil – todos estos movimientos de redes  son organizadas dese la sociedad civil–, que surge ante una crisis de la democracia representativa. Hay una tendencia a pensar que la acción política de los ciudadanos se reduce a una práctica electoral y se hace evidente que una alternativa es pensar nuestras democracias como participativas en donde los ciudadanos hacen un amplio ejercicio político que va desde la negociación con el vecino, hasta discutir y aportar vías de solución a los grandes problemas nacionales. Contar con una ciudadanía que ejerza plenamente sus derechos políticos y se relacione de otra manera con el poder y con las instituciones, en el entendido que los ciudadanos también podemos generar alternativas y propuestas de política pública. Para mí, en México, urge pensar y activar cómo nos relacionamos con un estado que permanentemente ha ejercido un paternalismo que ha provocado una atomización social y una ciudadanía totalmente pasiva, en ese sentido, nuestros derechos políticos son mínimos; urge entonces sentarnos a dialogar con la institución, construir movimientos ciudadanos fuertes que nos permitan ser copartícipes de nuestro destino. Es estimulante ver que esto es posible cuando tienes organizaciones en otros ámbitos de Latinoamérica en donde estas redes tienen tal fuerza que se sientan a dialogar en un terreno de igualdad con las instituciones.

AM: En este contexto, relacionándolo con el arte, la cultura y particularmente la danza, después de seis años caracterizados por la violencia, la inseguridad, el narcotráfico, la reciente inestabilidad política de la transición, ¿cómo reacciona la danza en México ante esta situación?

HL: Me resulta difícil, sé de compañeros de la danza muy involucrados en el #132, que han participado activamente en todo el movimiento de protesta por la situación de las elecciones, pero personalmente tengo una valoración con relación a la situación no solo de la danza sino de la práctica artística en México. Creo que todo el asunto del sistema nacional de becas, la forma en cómo está orientada la producción artística y el apoyo del estado al arte ha generado un ámbito en donde la práctica artística se hace al margen de la sociedad, misma que financia esta práctica. Si va o no va gente al teatro es secundario, porque las funciones están pagadas, porque los que emiten las becas jamás se paran en un teatro a evaluar; las instituciones no tienen un programa serio de formación de públicos, no hay estudios de consumo cultural serios. Para mí el problema evidente en este proceso electoral, no solo se remite al ámbito de lo que pasó en el proceso electoral, sino de un país que ha abandonado el discurso de la cultura como un asunto central en su agenda política, ninguno de los tres candidatos estableció  un programa cultural, un proyecto de estado con relación a la cultura, y hablo de la cultura en un sentido amplio, no me refiero en un sentido restrictivo que es como suele pensarse, me refiero a cultura en términos de esa construcción que le da sentido de pertenencia al hombre, que le da sentido a su existencia. El caso de Iztapalapa refleja claramente qué es lo que está pasando en este país donde se ha abandonado la cultura como una noción vital del estado para construir un modelo de sociedad; que la gente haya aceptado dinero a cambio de su voto refleja una condición cultural de abandono y descomposición social, Iztapalapa es la delegación más densamente poblada del país, que reporta migración no solamente de los estados sino de la gente pobre expulsada por las políticas inmobiliarias de la ciudad de México, una delegación con altos niveles de analfabetismo, de pobreza, de desempleo, es decir, toda la problemática del país podrías encontrarla sintetizada en Iztapalapa. Es una delegación que tiene poca integración cultural, donde no existen, a pesar de haber infraestructura cultural, programas sustantivos, no hay espacios públicos de encuentro, no comparten códigos culturales entre ellos, generándose poca identificación y cohesión social y por lo tanto la no unificación a la hora de defender sus derechos.

Ninguno de los partidos de ninguno de los órdenes de gobierno ha levantado un proyecto cultural serio, idea que se ha abandonado ante los grandes problemas que enfrenta el país, donde se percibe a la cultura como algo accesorio, que no tiene importancia; en el discurso de los políticos, primero hay que resolver los problemas de educación, desempleo, violencia, y en último lugar la cultura; el problema es que sin un proyecto cultural no generas cohesión social, ciudadanos que se instalen de manera activa en el mundo. El problema electoral tiene que ver con cómo nuestros partidos políticos han despreciado el ámbito de la cultura, si volteas a ver a países como Brasil, ¿por qué Lula logra ganar con tal cantidad de votos al igual que Dilma? Porque también hay un trabajo cultural sostenido.

AM: Para finalizar, ¿hacia done crees que estemos yendo? desde el punto de vista cultural, pero particularmente en el artístico. En este tránsito de crisis, ¿se vislumbra algún rumbo o es un momento de real incertidumbre?

HL: Creo que los individuos accionamos pero nunca sabemos el desenlace de nuestras acciones, veo que hay una gran necesidad de salirse de rutas conocidas, de probar otras formas de colocarnos en el mundo, de entender nuestra relación con los otros. Están apareciendo múltiples colectivos de trabajo que buscan relacionarse y dar respuestas culturales y políticas desde otros lugares. Mientras sigamos sometidos a una lógica en donde tus deseos están a la medida de la beca será muy poco lo que podemos hacer, cuando tu proyecto artístico se construye para obtener una beca tenemos un problema, porque entonces nos instalamos en la lógica de la competencia, de producir por producir, apostando poco a las personas, a dialogar con la sociedad. Hay colectivos que están intentando salirse de esa lógica, que no es fácil porque implica colocarse en terrenos desconocidos, movedizos. ¿Qué va a pasar?, ¿no sé?, no es posible vislumbrar escenarios futuros certeros, lo que sé es que más de 60,000 muertos en un sexenio tendrían que obligarnos a movilizar conciencias, sobre todo de los artistas, que se supone son gente crítica de su realidad, para tener una posición ética y pensar que esa beca y esa posibilidad de dedicarse al arte lo está financiando el pueblo mexicano, y valdría la pena voltear a nuestra sociedad y dejar de estar en esas élites privilegiadas que no voltean a ver la realidad de este país. Me parece la urgencia ética de nuestro momento.



[1] Bailarina, coreógrafa e investigadora de la danza, cuyo eje puede resumirse en la reflexión y creación de las propuestas contemporáneas del quehacer escénico en general y dancístico en particular. De nacionalidad mexicana con presencia en el contexto dancístico iberoamericano donde cada vez reviste mayor importancia. http://www.haydelachino.info/
[2] En el XV Festival de Escena Transversales, La Ribot presentó las obras Laughin Hole y Llámame Mariachi.
[3] El libro mencionado es Videodanza: De la escena a la pantalla, publicado en versión digital por parte de la Dirección de Danza de la Universidad Nacional Autónoma de México, cuya autoría pertenece tanto a Haydé Lachino como a Nayeli Benhumea, actrices, coreógrafas e investigadoras de la danza. http://issuu.com/danzaytecnologia/docs/videodanza?mode=window&backgroundColor=%23222222
[4] Encuentro llevado a cabo en la capital brasileña del 23 al 26 de julio del 2012 para discutir acerca de gestión de redes y cooperación cultural en Iberoamérica. http://culturadered.com/?p=1462
[5] “iniciativa de integración y colaboración entre diversos actores de la danza y la cultura pertenecientes a los países de América del Sur, con proyección internacional” http://movimientolaredsd.ning.com/profile/redsd

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